La autenticidad es una de las cosas que más valoro en mi vida. También es una de las más difíciles de lograr y de hacer realidad, es cierto. Requiere de una atención consciente permanente, que no es fácil de sostener, de una profunda honestidad, de una inmensa capacidad de verme a mí misma y de muchísima valentía.
Muchas veces me ha pasado que me encuentro ‘atrapada’ en una situación. Con atrapada no me refiero a algo literal; me refiero a la sensación que me produce el ‘no saber’ con la mente qué es lo que me pasa en el corazón. Aparece una sensación de que ‘algo está mal’, que ‘algo no me gusta’, que ‘algo disuena conmigo’, sin saber qué es…
A veces me pierdo en esta sensación, tratando de analizarla con la cabeza, con la lógica. Así me pierdo más, disminuyendo la posibilidad de fluir. Sin embargo, hay otras veces que simplemente hago consciente esto que me pasa, que hay algo que disuena con mi corazón, con mi alma y me entrego a esta sensación… a esta confusión, a esta incertidumbre. Con humildad, confianza, fe y valentía.
Es así, sólo cuando me permito fluir con consciencia, cuando ‘sincrónicamente’ algo aparece en mi vida para mostrarme la luz. A veces es algo que leo, otras veces la letra de alguna canción, algo que me dice una amiga, una señal… Entonces, cuando encuentro que aquello que me ‘hacía ruido’ era simplemente una señal de alerta de mi corazón… una señal que me avisaba que estaba tratando de cumplir con algo, complacer a alguien, tratando de ser algo que me enseñaron que tenía que ser, acatar alguna creencia vieja que dejó de servirme… estaba dejando de ser yo. De nuevo estaba dejando de ser auténtica conmigo misma. Dejando de ser real.
Entonces retomo la dirección de mi vida y me enfoco nuevamente desde mi centro. Primero, me doy cuenta de quién soy yo ahora ante la situación que enfrento. Luego, decido quién preferiría ser yo ante esa situación. Hago una elección. ¿Cómo me redefino yo ante esto que sucede?, ¿Cómo me sentiría más cómoda, más congruente? ¿Cómo podría ser más real, más fiel a mí misma, más auténtica?
Frecuentemente me toca hacer algo que es difícil, que es un reto, que es un riesgo o que me da miedo – o todas las anteriores. Pero ya no hay vuelta atrás. Ya no estoy dispuesta a dejar de ser yo. Me encanta lo que he logrado en el camino y, pase lo que pase, no volveré atrás. Soy yo.
Ser yo misma, ser real, es algo que me produce una sensación inigualable.
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