Cuando era chiquita me preocupaba enormemente el hecho de que era diferente. Me cuestionaba – sin ninguna conciencia propia - qué pasaba conmigo, qué estaba mal… Mi mente trataba de convencerme de que, en realidad, quería ser igual a todos, no notarme, pensar lo mismo que pensaban los demás, gustar de lo que gustaban los demás, usar lo que usaban los demás, ir a los lugares que iban los demás y hacer lo que los demás hacían. Trataba de convencerme de que lo mejor era ‘pasar inadvertida’ - y que, así, les gustaría a todos. Eso me haría ser ‘cool’. No me salía muy bien la cosa…
No podía ser yo de otra forma. Crecí en un hogar muy particular, único, en el que se me enseñó a ser de una manera poco común en mi país. De dos padres que venían de otras culturas, ya sea por
nacimiento o por muchos años de vivir fuera, de otras maneras de ver la vida, otras maneras de pensar, otros valores y costumbres. Dentro de todos los mandatos y normas de mi familia, que existen como en todas las familias, pensar diferente, decir lo que pensaba, cuestionar las cosas era parte de lo que hacía. Esto lo agradezco infinitamente, aunque ha tenido un costo alto para mí en la vida.
Ahora que estoy en la adultez, en una década que, francamente nunca
pensé que iba a disfrutar tanto, me siento totalmente diferente de cómo me sentía en ésa época. Ahora me encanta saber que soy así, sentirme así. Soy única, con gustos atípicos, tengo una forma de pensar distinta a la de la mayoría de gente, valoro o
tras cosas, y, lo que hago, digamos que es bastante singular…
Me gusta también el poder hacer todo esto de forma cada vez más consciente y plena, y compartiendo con gente tan linda en mi vida. En esta etapa he encontrado
gente – diferente al promedio también – que amo, que me ama y, no sólo eso, sino que me ama porque soy como soy y porque me atrevo a Ser así. Y también me he encontrado con gente que ya estaba en mi vida, pero desde otro espacio. Desde un espacio más genuino, más real.
Ahora los amigos que tengo me brindan una amistad mucho más cercana, íntima, profunda y honesta que la que pude haber imaginado alguna vez que existía. La amistad se ha convertido en algo que valoro mucho en mi vida. Y me siento muy agradecida por ello. También me siento agradecida por eso, por ser diferente.
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