Fui criada para complacer las expectativas de los demás, para “encajar”. La única persona que trató de enseñarme algo diferente fue mi mamá, pero no fue congruente, no tenía los recursos emocionales para serlo. No me era fácil. Peleaba conmigo misma porque lo que yo “era de verdad”, lo que yo pensaba, lo que yo sentía, lo que yo quería hacer no tenía nada que ver con lo que se suponía que fuera, pensara, sintiera, hiciera… soy una rebelde por naturaleza.
Pasé muchos momentos dolorosos, mucha tristeza, mucha rabia... Me sentía sofocada, atrapada. Y terminé comprando el punto de vista de que yo simplemente estaba mal, tenía un problema serio, un problema de fondo…
No sabía que el sufrimiento no es real, sino una elección, así que sufrí mucho. Dejé que mi mente fuera mi ama y le diera rienda suelta a los pensamientos de víctima; todos ellos hicieron que la experiencia pareciera muy real. Sólo era víctima de mis elecciones y de mi falta de fe.
Por ratos lograba vislumbrar mi verdadero Ser… lo dejaba salir a respirar, salir a la luz, mostrarse al mundo, para luego ocultarlo de nuevo.
No quiero decir que no tuve buenos momentos, que todo haya sido “malo”. Nada que ver. Simplemente mis creencias del momento no me ayudaban mucho… ni mis compañías de ése entonces. Me convertí en una persona que juzgaba todo aquello que era distinto… quizás porque anhelaba tanto poder permitirme ser distinta.
La vida siempre me presentó oportunidades para encontrar mi verdad, para aprender… pero mi nivel de conciencia de ese momento no me lo permitía.
Seguía buscando… sin saber qué buscaba. El anhelo de mi corazón era muy grande como para ser opacado. Y, poco a poro, fueron llegando oportunidades que me fueron abriendo los ojos a la vida, a lo nuevo, a posibilidades distintas… Más conceptos conscientes al principio. Teoría. Al fin de cuentas SÍ era posible vivir de otra manera… Yo era la clave del cambio.
Fui integrando estos conceptos teóricos al ritmo que fui pudiendo y… poco a poco llegaban cosas más reveladoras, más profundas, más drásticas. Rompí muchos paradigmas, inicié un proceso de auto-descubrimiento que aún está en proceso, me fui para adentro… ahora sabía que ahí estaban las respuestas. Aprendí a reconocer la importancia de mis pensamientos, a amigarme con mis emociones, a reconciliarme conmigo misma.
Me di cuenta de la gran fortaleza de mi corazón. Tuvo que superar tantas cosas… tanto que mi memoria se borró casi toda como mecanismo de defensa. Sigue borrada. Y está bien. Quizás la recupere, quizás no. No peleo con eso. Sé que mi inconsciente sólo está protegiéndome. Ya hice las paces con eso. No necesito memorias para sanar; lo puedo hacer a partir de mis reacciones y mis percepciones en el presente.
Cada día mi nivel de conciencia aumenta. Muchas veces, en el instante me doy cuenta de que lo que sucede no me gusta, se siente pesado, va en contra mía… Y me doy cuenta también cuando algo me gusta, me hace sentir ligera, hace que me expanda…
Ahora tengo más claro, más integrado, el hecho de que yo voy primero. De que, si yo no estoy bien, cualquier cosa que yo ofrezca al mundo dejará mucho que desear… Estoy consciente de que la situación externa sólo es un reflejo de mi situación interna y viceversa. Estoy consciente de que las personas que hay en mi vida son espejos que reflejan lo que me toca ver en mí. Lo “bueno” y lo “malo”.
Estoy dispuesta a hacer cambios drásticos, aunque a veces no se sienta cómodo hacerlos o incluso duelan profundamente. Mi lealtad es hacia mí misma. Si no soy leal conmigo misma, no puedo serlo con alguien más. Lo que yo no me doy, nadie más me lo dará. Ya no estoy dispuesta a traicionarme por las necesidades de alguien más o por la opinión de la gente – aunque sea gente importante para mí. Menos aún estoy dispuesta a seguir lo que dicen “las instituciones” o la “sociedad”… estoy dispuesta a ser “egoísta.” Como dice Jorge Bucay:
Si alguien me dice: “¡Egoísta!” ¿Qué me está diciendo?
Me está diciendo: “No pienses en ti, piensa en mí”.
¿Quién es el egoísta?
コメント